Inteligencia Emocional – Definición y utilidad

La inteligencia emocional es una capacidad que muchas personas no son conscientes de tener, pero cuya existencia pone de manifiesto las investigaciones en Psicología. Dichos estudios llegan a demostrar que esta cualidad constituye y determina al ser humano, distinguiendo su nivel de bienestar. Estas declaraciones pertenecen al psicólogo John D. Mayer, uno pioneros descubridores de esta cualidad, junto con Peter Salovey.

Thorndike, en 1920, utilizó el término inteligencia social para describir la habilidad de comprender y motivar a otras personas. David Wechsler en 1940, describió la influencia de factores no intelectuales sobre el comportamiento inteligente, y defendió, además, que nuestros modelos de inteligencia no estarían completos hasta que no pudieran describir adecuadamente estos factores.

Durante la década de los ochenta, Mayer y Salovey se dieron también cuenta de que los modelos tradicionales no eran suficientes para captar todas las destrezas y habilidades de la inteligencia humana, y acuñaron por primera vez el término de «inteligencia emocional».

Inteligencia Emocional - Emociones

Muy posteriormente, ya en 1995, Daniel Goleman, comenzó a hacer popular dicho concepto a través de sus columnas periodísticas. Finalmente publicó el libro titulado «Inteligencia emocional», en el cual realiza un compendio de las investigaciones y enfoques existentes, ampliando la definición con nuevos rasgos y cualidades que dieron lugar a distintos modelos.

Pero…, ¿sabemos realmente qué es la inteligencia emocional y para qué sirve?

Tal cual comenté en un post anterior, podemos definir la Inteligencia Emocional como la habilidad para comprender emociones y equilibrarlas, de tal manera que podamos utilizarlas para guiar nuestra conducta y nuestros procesos de pensamiento, con el objetivo de obtener mejores resultados.

El desarrollo de la inteligencia emocional genera habilidades internas de autoconocimiento, como conciencia propia, la motivación y la gestión emocional; y habilidades externas, como la empatía y la destreza social, que engloba aptitudes relacionadas con la popularidad, el liderazgo y la eficacia interpersonal.

Con objeto de fomentar la autoconciencia, el equilibrio emocional, las relaciones armoniosas y el bienestar psicológico, y poder disponer de estrategias de defensa positivas ante la tensión y el estrés, los expertos sugieren una serie de comportamientos y recursos que refuerzan las habilidades anteriores. Dichos recursos son un complemento muy adecuado en diversos ámbitos como son la educación, el coaching, o la mediación.

Ser emocionalmente inteligente supone una serie de beneficios en aspectos muy diferentes del ser humano que tienen su reflejo en ámbitos tan distintos como los estudios, el desempeño laboral, o las relaciones familiares y en pareja.

Según explicó el filósofo y ensayista José Antonio Marina en un reciente seminario sobre la inteligencia emocional en el ámbito de la salud: «La felicidad es la armoniosa satisfacción de tres grandes necesidades: el bienestar personal, la vinculación social y la sensación de progreso».

Marina apuesta por complementar la inteligencia emocional con una inteligencia de componente ética más allá de los límites de la privacidad. El filósofo opina que la búsqueda de la felicidad privada y personal se está convirtiendo en un problema social porque deriva en conductas hedonistas y egocéntricas, tendentes al aislamiento social.