Coaching – Metáfora (11) Un reflejo de gloria
Hoy en día es fácil distraerse y dejar de prestar atención a aquellas cosas que realmente merecen la pena. En una trampa en la que todos podemos caer cuando nos quedamos estancados en conductas que en otro tiempo tuvieron éxito, pero que han dejado de ser útiles para nosotros.
Esta postura inmovilista y limitante nos lleva a descuidar los cambios del entorno, no pudiendo tampoco gestionar las nuevas oportunidades que surgen a nuestro alrededor.
La metáfora compartida en este post ejemplifica lo comentado en el párrafo anterior, una trampa demasiado común en la que caemos… como caen las moscas en la tela de una araña.
Arrastrándose penosamente a lo largo de un camino polvoriento, un vagabundo advirtió en el suelo la presencia de una piedra de tamaño considerable que lanzaba luminosos destellos. La cogió y vio que dentro había a su vez una piedra más pequeña y muy hermosa, la cual llevó a un joyero para que fuera tasada. Quiso la suerte que se tratara de un ejemplar casi único de una gema poco común, que pudo vender por una gran cantidad de dinero.
Gozó entonces de una prosperidad como jamás hubiera soñado, pero seguía con la costumbre de mirar al suelo. Pensaba que podría darse la casualidad de que encontrara otra piedra preciosa. !En tal caso se haría más rico todavía! De hecho, se pasó la mayor parte del resto de su vida buscando en el suelo, tratando de encontrar otra gema de similares características.
Un día vio un objeto redondo y muy brillante que yacía en un camino perdido. Cuando se agachó sintió una gran decepción al ver que se trataba de un espejo roto. Mientras meditaba sobre el hallazgo, cayó en la cuenta de que el espejo parecía tan brillante y reluciente únicamente porque reflejaba el hermoso cielo azul que lucía aquella mañana.
Volvió su mirada hacia lo alto y, por primera vez en muchos años, percibió la grandeza del cielo. En su interminable búsqueda de otra piedra preciosa, había dejado totalmente de advertir y apreciar tanto la belleza como la riqueza que nos rodean a cada instante.
Fuente primaria: Arielle Essex
Fuente secundaria: Swami Paramahamsa Prajnanananda
Nota: Me gustaría dedicar este post a Ove (Jorge Ovelleiro), asistente a la II Edición del Taller de Inteligencia Emocional en Valladolid (Septiembre 2012).
Rodrigo
feb 14, 2013 @ 14:15:09
Quizá no tenga mucha conexión,
pero «casualmente» me enviaron ayer el poema
«A Gloria» de Salvador Díaz Mirón,
y hay una estrofa que dice:
«Semejante al nocturno peregrino,
mi esperanza inmortal no mira el suelo;
no viendo más que sombra en el camino,
sólo contempla el esplendor del cielo.»
Y no sé porqué me acorde de este Blog y de la metáfora de la otra gloria y su reflejo…
Pablo Villanueva
feb 14, 2013 @ 14:20:21
Gracias por tu aportación, Rodrigo. Creo que la estrofa encaja perfectamente, voy a buscar el poema de Salvador Díaz Mirón para leerlo completo. Un abrazo grande!
Carmen Obesso
feb 18, 2013 @ 20:58:12
El juego de la vida consiste en mover palillos, cada palillo es distinto, ninguno es igual al otro…cuando somos capaces de orientarnos al proceso y no al resultado disfrutamos de cada movimiento, cuando somos capaces de hacerlo desde nuestro yo y no en función de los demás todo se simplifica y resulta mas sencillo (que no es lo mismo que fácil!!!).
A mi me ayuda saber que cada vez que «me equivoco» al mover un palillo estoy ampliando mis posibilidades, estoy creciendo…amplía «mi mapa».
Gracias por tu reflexión , esto es lo que me sugieren a mí tus palabras.
Abrazo!!!
Pablo Villanueva
feb 18, 2013 @ 21:19:47
Muchísimas gracias por tu enriquecedora aportación, Carmen! Un afectuoso abrazo.