Coaching – Metáfora (24) Cuestión de miradas

Dos hombres, ambos seriamente enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital. Un gran sanitario, situado entre las camas, aseguraba la intimidad de ambos, dividiendo la estancia a la mitad. A uno de ellos se le permitía sentarse en su cama durante una hora cada tarde, para ayudar así a drenar los fluidos de sus pulmones. Su cama estaba junto a la única ventana de la habitación. El otro hombre debía permanecer todo el tiempo tendido sobre la espalda, inmóvil y mirando al techo. Los dos pacientes hablaban, durante largas horas, acerca de sus familias, de sus hogares, sus trabajos o de los lugares que habían visitado en sus viajes…

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Cada tarde, el de la cama cercana a la ventana, el que podía sentarse, se pasaba el tiempo describiendo a su compañero de habitación las cosas que podía ver desde allí. El hombre de la otra cama comenzaba a vivir, en esos pequeños intervalos de una hora de duración, la felicidad de sentir que el mundo se agrandaba y que podía transitar el exterior, más allá de las paredes de la pared de la habitación.

Se divisaba desde la ventana un hermoso paisaje. El hombre escuchaba cómo su compañero le relataba la actividad en el lago próximo, los animales, las personas remando en barcas o los niños jugando en las praderas y orillas del hermoso espacio natural. Jóvenes enamorados caminaban cada tarde abrazados; y algunos ya tenían nombres inventados para poder seguir la narración de sus evoluciones como pareja. Grandes y frondosos árboles adornaban el hermoso paisaje.

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Como el hombre de la ventana describía todo esto con exquisito lujo de detalles, el paciente de la otra cama podía cerrar los ojos e imaginar tarde a tarde tan idílicas escenas. Esto hacía que su ánimo mejorase poco a poco. En una ocasión, el hombre de la ventana le describió hasta un desfile que pasaba por allí. A pesar de que el otro hombre no llegaba a escuchar la banda, sí podía visualizarlo todo en su mente, pues su compañero lo representaba con palabras descriptivas, con una paciencia infinita y recreándose en cada elemento de interés.

Pasaron días y semanas. Un día, la enfermera de la mañana llegó a la habitación llevando agua para el baño de cada uno de ellos. Al descubrir el cuerpo del hombre de la ventana, observó que había muerto tranquilamente en la noche, mientras dormía. Ella se entristeció mucho y llamó a los compañeros del hospital para preparar el cuerpo. Tan pronto como lo creyó conveniente, el otro hombre preguntó su podría ser trasladado cerca de la ventana. La enfermera afirmó, mostrándose feliz de poder realizar el cambio. Cuando hubo trasladado al hombre, lo dejó solo.

Lenta y dolorosamente, se incorporó apoyado en uno de sus codos para tener su primera visión del mundo exterior. Finalmente, tendría la gran fortuna de verlo de primera mano, por sí mismo…
Se estiró para poder mirar por la ventana. Lentamente giró su cabeza y, al mirar, vio una pared blanca. El hombre preguntó a la enfermera qué pudo habler obligado a su compañero de habitación a describir tantas cosas maravillosas a través de la ventana.

La enfermera le contestó que aquel hombre era ciego y que de ningún modo podía ver esa pared, y que quizá solamente quería darle ánimos…

GafasOculistaReflexiones:

  • Mi creatividad para superar las dificultades y apoyar a los que están a mi lado frente a la adversidad se concreta en…
  • En mi relación con los demás despliego mi Inteligencia Emocional…
  • ¿Acepto el apoyo de quienes me lo ofrecen? ¿Los doy credibilidad o me mantengo en lo limitante de mi circunstancia?
  • Puedo ser de apoyo a los demás desde mi capacidad para…