Coaching – Metáfora (21) El equipaje del otro no es el que creo

En la obra ganadora del premio Pulitzer «Matar a un ruiseñor» (1960), su autora Harper Lee escribe: «Nunca conoces realmente a una persona hasta que no has llevado sus zapatos y has caminado con ellos».

Es poco humilde pensar que sabemos con qué equipaje vital viaja otra persona y también una gran ingenuidad pensar que alguien puede saber, mejor que nosotros mismos, cuál es el que nosotros llevamos.

La metáfora de este post es una invitación a tomar conciencia sobre este detalle, de importancia vital en nuestras relaciones personales y clave para desplegar un adecuado apoyo desde el punto de vista del Coaching.


Se cuenta que una señora argentina fue a comprar dos pasajes para un vuelo de primera clase de Buenos Aires a Madrid. En el transcurso de la conversación el empleado de la agencia de viajes se dio cuenta de que el acompañante de la señora era un mono. La compañía aérea se opuso a que un mono viajase en primera clase y no aceptó el argumento de la mujer que afirmaba que, si ella pagaba, podría decidir con quién viajar y a dónde.

Aun así, la mujer tenía mucha influencia y consiguió, gracias a sus contactos con los directivos de la compañía de vuelos, que se aceptara que el mono pudiera viajar en una caja especial cubierta con una lona. La caja se ubicaría en la zona de las azafatas del avión, en vez de en el almacén de equipaje.
De mala gana la mujer aceptó, y el día del vuelo llegó al avión con una jaula cubierta por una lona que llevaba el nombre de «Federico» bordado con hilo dorado. Ella misma se ocupó de que quedara bien instalada y se despidió del mono tocando la lona y diciendo: «Pronto estaremos en tu tierra, Federico, tal y como le prometí a Joaquín».

A mitad del largo viaje, una azafata tuvo la ocurrencia de dar un plátano y agua al mono y, al levantar la lona, se dio cuenta de que el animal había muerto y yacía tendido en el suelo de la jaula. Rápidamente avisó a los compañeros de a bordo quienes consternados, sabiendo las elevadas influencias de la señora argentina, llamaron a base para explicar en secreto el suceso y pedir instrucciones. Desde base les indican que es preciso que la mujer no se dé cuento de nada, pues sus puestos de trabajo peligrarían.

– Tenemos una ideales dicen –. Haced una foto al mono y la jaula y enviadla de inmediato al aeropuerto de Barajas. Nosotros daremos instrucciones para reemplazar al simio tan pronto como aterricéis.

La tripulación del avión estaba nerviosa y actúo con celeridad y tal cual les indicaron desde la base. Al llegar a Madrid tuvo lugar la rápida sustitución. Compararon el mono con el sustituto y después de algunos retoques dejaron el simio vivo dentro de la jaula y se llevaron el cadáver de Federico. Al bajar del avión, la señora reclamó la jaula al sobrecargo.

– Aquí tiene su mono, señora.
– ¡Ay, Federico! Finalmente ya estamos en tu tierra…
dijo la mujer mientras levantaba la lona – ¡Pero si este no es Federico!
– ¿Cómo que no es Federico, señora? ¿No ve que es su mono?
– De ninguna forma, ¡este no Federico!
– Señora, todos los monos son iguales. ¿Cómo sabe que no es Federico?
– Muy sencillo, porque Federico… estaba muerto. Lo traía a enterrar a España porque se lo había prometido a mi marido antes de que éste falleciera.

En ocasiones damos por supuesto que sabemos con qué equipaje viaja el otro. Nos inmiscuimos en su vida, generalizamos, suponemos e incluso insistimos en decirle lo que lleva consigo, lo que no lleva y qué debe hacer con su equipaje. Seamos prudentes y estemos atentos, pues como dice Baltasar Gracián: «Visto un león, están vistos todos, pero visto un hombre, sólo está visto uno, y además mal conocido»

Fuente primaria: Tradicional (recopilado por Jorge Bucay)
Nota:
Me gustaría dedicar este post a los alumnos y alumnas de la II Edición del «Experto en Coaching Personal» en Valladolid que comienzan este mes sus prácticas oficiales dentro de la formación que están cursando.