Coaching – Metáfora (3) Nadie es perfecto

Esta semana he tenido algunas situaciones en las que me he dado cuenta de un par de cosas importantes que no hago bien, o al menos, que podría probar a hacer distinto, para ver si así logro obtener mejores resultados.

Buscando la reflexión y el aprendizaje sobre lo vivido me he topado con esta metáfora que habla sobre el sentido de la perfección, o mejor dicho de la imperfección, y de cómo podemos construir algo positivo con todo ello si sabemos reconocerlo. Como decían en la última escena de la divertidísima «Con faldas y a lo loco» (Some Like It Hot, Billy Wilder. 1959): «Nadie es perfecto». Para continuar, pulsa en Sigue leyendo.

Un aguador tenía dos grandes cántaros que colgaba de los extremos de un largo palo para llevarlos encima de los hombros y transportar el agua que vendía entre los vecinos de su pueblo. Uno de los odres tenía varias grietas, mientras que el otro era perfecto y conservaba todo el contenido de agua a lo largo del camino desde el arroyo hasta el pueblo. Cada día, cuando llegaba caminando a la entrada de su villa, el cántaro agrietado sólo tenía la mitad de su volumen lleno de agua.

Durante dos años completos eso fue así diariamente. Por supuesto,  la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía cumplidora de los fines para los que fue creada. Por el contrario, el cántaro agrietado estaba muy avergonzado de su propia imperfección y se sentía miserable porque, aunque se esforzaba, sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.

Después de dos años, el cántaro quebrado le habló al aguador, diciéndole:
-    Estoy muy avergonzado y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga, obteniendo solamente la mitad del valor que deberías recibir.

El aguador, respondió compasivamente:
-    Cuando volvamos a hacer nuestro trayecto habitual de regreso a casa desde el arroyo, quiero que te fijes en la vereda del camino.

Así lo hizo el cántaro. Observó con atención y encontró que muchas flores hermosas y vegetación había crecido a lo largo del recorrido, pero de todos modos  se sentía apenado porque, al final, sólo era capaz de conservar dentro de sí la mitad de agua que debía llevar.

El aguador llamó su atención entonces:

-    ¿Te has dado cuenta de que las flores y vegetación sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he conocido la existencia de tus grietas y, aceptándolo, quise sacar lo positivo de ello. Sembré semillas a lo largo de la vereda que queda a tu lado del palo que llevo a hombros. Todos los días has regado esa tierra y durante estos dos años he podido recoger algunas de esas flores para adornar mi casa y la de algunos de mis familiares. Si no fueras exactamente como eres, con todo y también con tus defectos, no hubiera sido posible crear toda esta belleza.

Fuente: Narración tradicional

Cada uno de nosotros tenemos nuestras propias grietas. Como individuos imperfectos que somos también nos asemejamos a cántaros agrietados, la clave está en que nos demos cuenta de que siempre existe la posibilidad de ver el lado positivo de esas grietas y gestionarlas para obtener cada vez mejores resultados.

Uno de mis maestros en Coaching solía decir: «La perfección no existe, pero siempre limita».  Ahí dejo por hoy la reflexión y también la invitación a reconocer activa y positivamente nuestras propias imperfecciones y limitaciones.